¿A quien debemos obedecer según la Biblia?

La Biblia enseña que la obediencia a Dios es primordial. Jesús dijo que el mayor mandamiento era amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente. Debemos obedecer a Dios antes que a cualquier otra autoridad. Los apóstoles se negaron a obedecer al Sanedrín cuando se les ordenó que dejaran de enseñar en el nombre de Jesús, porque debían obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres. (Hechos 5:29) En conclusión, la obediencia a Dios es fundamental y debe ser nuestra prioridad en la vida.

Otras autoridades a las que debemos obedecer

Aunque la obediencia a Dios es primordial, también es importante obedecer a otras autoridades. En Efesios 6:1-3 se explica que los hijos deben obedecer a sus padres en unión con el Señor. Los padres que están en unión con el Señor enseñan a sus hijos a obedecer las leyes de Dios. Además, debemos pagar impuestos al gobierno por las cosas que recibimos de él, como Jesús enseñó. (Mateo 22:21) También debemos ser obedientes a las autoridades superiores, incluyendo a las personas que tienen poder en el gobierno y a las personas que trabajan para proteger a la gente, como los policías.

Solo adorar a Dios

La Biblia enseña que solo debemos adorar a Jehová. Los tres hebreos se negaron a inclinarse ante la imagen del rey Nabucodonosor porque no querían desobedecer a Dios. (Daniel 3:16-18) Debemos tener cuidado de no adorar a ídolos o personas, sino solo a nuestro Creador. Es crucial recordar que la adoración a Dios es exclusiva y no debemos poner a ninguna otra cosa o persona por encima de él.

El papel del gobierno

El gobierno tiene la responsabilidad de construir carreteras, pagar a policías y bomberos para que protejan a la gente, y asegurarse de que haya escuelas para los niños y atención médica para los ancianos. Los gobiernos financian estas cosas con el dinero que la gente entrega al gobierno, llamado impuesto. Debemos ser obedientes a las leyes del gobierno y pagar nuestros impuestos. De esta manera, podemos colaborar en el bienestar de nuestra comunidad y ayudar a mantener un orden social que beneficie a todos.

Cómo la obediencia a Dios nos ayuda a ser mejores personas

La obediencia a Dios es una de las claves para ser mejores personas. Al seguir los mandamientos de Dios, estamos preparándonos para la vida eterna y la exaltación. Es importante recordar que cada mandamiento tiene un propósito y obedecerlos nos ayuda a crecer en fe, humildad y amor.

Jesús nos enseñó que el gran mandamiento de la ley es amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y que el segundo es semejante a éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Amar a Dios y a nuestro prójimo es una de las formas más importantes de demostrar nuestra obediencia a Dios y mejorar como personas.

Es importante entender que obedecer los mandamientos de Dios no debe ser por miedo al castigo, sino por amor a Dios. Debemos preguntarnos por qué obedecemos los mandamientos y hacerlo con un corazón sincero y lleno de amor hacia nuestro Padre Celestial. De esta manera, nuestra obediencia será más significativa y tendrá un mayor impacto en nuestras vidas y en la vida de los que nos rodean.

En ocasiones, puede ser difícil entender por qué se nos da un mandamiento en particular. Sin embargo, debemos demostrar nuestra fe y confianza en Dios al obedecer aunque no entendamos la razón. La obediencia en momentos de incertidumbre y prueba es una de las formas más poderosas de demostrar nuestra devoción y amor hacia Dios.

  • En las Escrituras podemos encontrar muchos ejemplos de obediencia. Adán y Eva ofrecieron sacrificios a Dios, Nefi y sus hermanos mayores cumplieron una tarea difícil, y Abraham ofreció a su amado hijo Isaac en sacrificio. Cada uno de estos ejemplos nos muestra cómo la obediencia a Dios puede ser difícil a veces, pero que al final trae bendiciones y crecimiento personal.
  • Finalmente, es importante recordar que incluso los mandamientos aparentemente pequeños son importantes para Dios. El ejemplo de Naamán, quien pensaba que el mandamiento de lavarse siete veces en el río Jordán era insignificante, nos muestra que la obediencia a veces implica hacer cosas que parecen pequeñas o tontas, pero que en realidad son esenciales para nuestro crecimiento espiritual.