El purgatorio es una creencia central de la Iglesia Católica y se refiere a un estado de purificación después de la muerte. Según la doctrina católica, aquellos que mueren en gracia de Dios pero no están perfectamente purificados deben someterse a una purificación antes de entrar en el cielo. A pesar de que la palabra “purgatorio” no aparece en la biblia, existen pasajes que respaldan esta creencia.
Base bíblica del purgatorio
El Libro de Enoc es la principal base bíblica para afirmar la existencia del purgatorio según la Iglesia Católica. Este libro describe cómo los ángeles caídos engendraron hijos con mujeres mortales, quienes dieron origen a una raza de gigantes que causó la corrupción en la tierra. En el libro también se habla del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Según la Iglesia, este libro no fue incluido en la biblia por considerarse apócrifo, pero se tomó en cuenta su enseñanza sobre el purgatorio.
Otro pasaje que respalda la creencia del purgatorio se encuentra en II Macabeos. Este libro del Antiguo Testamento muestra que los judíos creían en rezar y hacer expiación por los muertos antes de la venida de Cristo, lo que forma parte de lo que los católicos llaman “purgatorio”. Judas Macabeo es mencionado en el contexto de II Macabeos, donde se describe cómo él y sus hombres realizaron un sacrificio expiatorio en favor de los muertos para que quedaran liberados del pecado.
Enseñanza del purgatorio en el Catecismo de la Iglesia Católica
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que aquellos que mueren en gracia de Dios pero no están perfectamente purificados deben someterse a una purificación antes de entrar en el cielo. Esta enseñanza se basa en la creencia de que nada impuro puede entrar en la presencia de Dios. El catecismo también aclara que el purgatorio no es un castigo, sino un proceso de limpieza que permite a los fieles unirse a Dios en la eternidad.
Respuestas a objeciones sobre el purgatorio
Catholic Answers es el lugar donde se reciben muchas preguntas sobre el purgatorio y donde se dan respuestas a las objeciones que se presentan a esta enseñanza católica. Algunas personas cuestionan la necesidad del purgatorio, pero la Iglesia defiende su existencia como una manera de asegurarse de que todos los fieles alcancen la santidad necesaria para entrar al cielo. Además, el purgatorio es visto como una muestra de la misericordia divina, ya que permite a aquellos que no están completamente purificados tener la oportunidad de hacerlo antes de entrar en la presencia de Dios.
Cómo se relaciona el purgatorio con la misericordia divina en la Biblia
El purgatorio es un concepto religioso que se refiere al estado del alma después de la muerte, en el que las personas que han fallecido en estado de gracia sufren la pena temporal que aún se debe por los pecados perdonados y, tal vez, expían sus pecados veniales no perdonados para poder acceder a la visión beatífica de Dios. Según la doctrina oficial de la Iglesia católica, las penas que se sufren son similares a las del Infierno, pero no son eternas y purifican porque la persona no está empedernida en una opción por el mal.
La relación del purgatorio con la misericordia divina se basa en la creencia de que todo aquel que entra en el purgatorio terminará entrando al Cielo tarde o temprano. Las penas que se sufren son similares a las del Infierno, pero no son eternas y purifican porque la persona no está empedernida en una opción por el mal. Por eso, el Purgatorio es la purificación final de los elegidos, la última etapa de la santificación.
En la Biblia se mencionan varios pasajes que se interpretan como relacionados con la expiación tras la muerte en un Purgatorio, como Daniel 12,10, Zacarías 13,9, Mateo 12,32, 1 Cor. 3,13-15. Las Iglesias copta y católica creen que las almas salvadas pero cuya purificación no está completa, experimentan una purificación que no tiene lugar ni en el cielo ni tampoco en la morada de los muertos (“de los justos”) denominada en la Biblia sheol o hades.
Los santos también se mencionan por haber experimentado visitas de almas del Purgatorio. Se dice que estas visitas son permitidas por Dios para que se interceda de una manera más intensa por ellas tras estos encuentros sobrenaturales. La Iglesia copta, por su parte, arguye los capítulos 6 a 36 del libro de Enoc donde se describe con detalle el Purgatorio.
Qué dice la biblia sobre la purificación después de la muerte
La Biblia prescribe una ordenanza de ley que Jehová dio a Moisés y Aarón para la purificación después de la muerte. Esta ordenanza incluye el sacrificio de una vaca alazana y la recolección de sus cenizas para hacer agua apta para la purificación. Según la ley, la vaca debía ser quemada por completo, junto con la sangre del animal.
El sacrificio de la vaca alazana era un proceso complejo que involucraba una serie de requisitos específicos que debía cumplir el animal y la forma en que debía ser quemado. Además, se utilizaban elementos simbólicos como la madera de cedro, el hisopo y la tela escarlata, que representaban la sangre purificadora de Jesús en la cruz. Estos elementos también se utilizaban en otras ceremonias de limpieza en la Biblia.
Ser ceremonialmente inmundo no se consideraba un pecado, sino que significaba que uno era excluido del compañerismo regular y adoración de Dios, y su compañerismo con el pueblo de Dios, hasta que se limpiara. Eleazar el sacerdote era la persona encargada de sacar la vaca alazana del campamento y rociar la sangre hacia la parte delantera del tabernáculo de reunión con la sangre de ella siete veces.
De todo lo mencionado, la Biblia prescribe un proceso específico para la purificación después de la muerte, que involucra el sacrificio de una vaca alazana y la recolección de sus cenizas para hacer agua apta para la purificación. Este proceso utilizaba elementos simbólicos y era realizado por los sacerdotes según la ley de Dios. Además, ser ceremonialmente inmundo no era considerado un pecado, pero uno era excluido del compañerismo regular y adoración de Dios hasta que se limpiara.
Qué es el juicio particular y cómo se relaciona con el purgatorio
El Juicio Particular es el juicio que cada persona recibe después de su muerte al presentarse ante Dios para recibir la recompensa o el castigo eterno. En este juicio, todos nuestros actos, palabras, pensamientos y omisiones quedan al descubierto y se espera que cada acción haya sido hecha por amor. Este juicio se relaciona con el purgatorio como lugar de purificación antes de acceder al cielo. Es aquí donde el alma, después del juicio particular, deberá ser purificada para alcanzar la santidad necesaria para acceder a la presencia de Dios.
El Juicio Final, por otro lado, es el juicio que se realizará al final de los tiempos cuando Jesús vuelva a la Tierra. En este juicio, todos los hombres serán juzgados de acuerdo a su fe y sus obras. La resurrección de todos los muertos precederá al Juicio Final, y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, mientras que los que hayan hecho el mal resucitarán para la condenación. En este sentido, el Juicio Final se relaciona con el Juicio Particular como la culminación del camino espiritual del hombre.
Después de la muerte, el alma se presenta ante Dios para recibir la recompensa o el castigo eterno. El destino del alma será diferente para cada uno de nosotros, de acuerdo a cómo hayamos utilizado nuestro tiempo de vida en la Tierra. Dios espera que cada uno de nuestros actos sea hecho por amor y, en el Juicio Final, el amor será el que nos juzgará. En este sentido, el amor se convierte en la medida de todas nuestras acciones y éste es el criterio más importante del Juicio Particular y Final.
En el Juicio Particular, Dios nos preguntará “¿Cuánto amaste?” y cada uno de nosotros tendrá que responder a esta pregunta. El hombre, con su libertad, alcanza la recompensa o el castigo eterno. Dios respeta nuestra libertad y cuando estamos en pecado mortal, libremente le hemos dicho a Dios que “no nos interesa salvarnos”. Si morimos en este estado, Dios respetará nuestra decisión. Es por tanto, en la vida terrenal, donde debemos tomar la decisión correcta y actuar siempre en favor del amor, para así alcanzar la felicidad eterna que nos tiene reservada Dios.