La Biblia es clara al enseñar que no debemos juzgar a los demás, pero eso no significa que no podamos mostrar discernimiento. En este sentido, el mandato de Jesús de no juzgar a los demás no es un llamado a la indiferencia frente al mal. Al contrario, Dios nos da la capacidad de distinguir el bien del mal, pero debemos ser cuidadosos con la forma en que lo hacemos.
El tipo correcto versus el tipo incorrecto de juicio
Jesús nos da una pista sobre el tipo correcto y el tipo incorrecto de juicio. Él ordena directamente juzgar con “justo juicio” (Juan 7:24), lo que implica que no debemos juzgar a alguien basándonos en las apariencias, sino que debemos tener una comprensión plena de la situación. De esta manera, podemos distinguir la verdad de la falsedad y condenar solo lo que es verdaderamente malo.
La verdad objetiva
La Biblia claramente enseña que la verdad es objetiva y eterna. La verdad es inseparable del carácter de Dios. Cualquier cosa que contradiga la verdad es mentira, pero desde luego llamar a algo “mentira” es juzgar. En este sentido, debemos buscar siempre la verdad objetiva y estar dispuestos a defenderla.
El mecanismo para lidiar con el pecado
El mandamiento bíblico de que no juzguemos a los demás no significa que no debamos tener un mecanismo para lidiar con el pecado. La Biblia tiene todo un libro dedicado a este tema: Jueces. Los jueces del Antiguo Testamento eran puestos por Dios mismo. En este sentido, la disciplina de la iglesia es un mecanismo para lidiar con el pecado en la comunidad cristiana, pero siempre debe hacerse con amor y con la intención de la restauración de la persona en cuestión.
¿Qué dice la Biblia sobre juzgar a los líderes religiosos?
En la Biblia se habla mucho sobre la importancia de juzgar a otros de manera justa y sin favoritismos, siguiendo las leyes de Dios. Se enfatiza la necesidad de evitar la acusación falsa y la injusticia en el juicio. En este sentido, también se destaca la importancia de nombrar jueces y oficiales en todas las ciudades para juzgar al pueblo con justo juicio, tal como lo hizo Moisés.
La honestidad y la justicia son valores fundamentales que se promueven en la Biblia. Por ello, se destaca la importancia de ser justo y practicar el derecho y la justicia, no oprimir a nadie, no cometer robo, no prestar dinero a interés ni exigir con usura, y hacer juicio verdadero entre hombre y hombre. En este sentido, se habla también sobre la hipocresía en el juicio, y se señala la importancia de no juzgar por la apariencia, sino juzgar con juicio justo.
En la Biblia hay una historia muy conocida sobre la mujer sorprendida en adulterio. Los escribas y fariseos la llevaron ante Jesús para ser juzgada, pero él les recordó que aquel que esté sin pecado sea el primero en tirarle una piedra, y al final, la mujer no fue condenada. Esta historia nos recuerda que no debemos juzgar a otros sin antes haber sacado la viga de nuestro propio ojo.
En efecto, la Biblia enfatiza la importancia de juzgar a otros con justicia y sin hipocresía, siguiendo los estatutos y leyes de Dios. Esta enseñanza se aplica tanto a los líderes religiosos como a cualquier otra persona. Debemos recordar que nadie es perfecto y que no debemos juzgar a otros por la apariencia o sin antes haber examinado nuestras propias faltas.