La naturaleza humana es única en el sentido de que somos capaces de razonar y pensar de manera más profunda que cualquier otra criatura en la tierra. Esta capacidad es un regalo de Dios que nos permite comprender Su diseño para nuestra vida y el mundo que nos rodea. La Biblia nos enseña que Dios nos creó a Su imagen, otorgándonos parte de Sus atributos divinos. Esto significa que, aunque limitado, podemos entender y conocer a Dios a través de nuestra propia naturaleza y la naturaleza que nos rodea.
El pecado original y la nueva naturaleza
Originalmente, la naturaleza humana fue creada “buen[a] en gran manera” por un Dios amoroso (Génesis 1:31). Sin embargo, la naturaleza humana fue corrompida por el pecado de Adán y Eva, lo que llevó a la caída de toda la humanidad. Pero hay buenas noticias: Cuando una persona coloca su confianza en Cristo, recibe una nueva naturaleza. Esto significa que podemos dejar atrás nuestra naturaleza pecaminosa y comenzar un proceso de santificación, en el que Dios nos lleva a un mayor grado de santidad y devoción.
La imagen de Dios
La imagen de Dios es una parte esencial de nuestra naturaleza humana. Como se mencionó anteriormente, fuimos creados a Su imagen para reflejar algunos de Sus atributos. De hecho, amamos porque estamos hechos a la imagen del Dios que es amor (1 Juan 4:16). Esta es una de las formas en que podemos conocer y experimentar el amor de Dios en nuestras vidas y compartirlo con los demás. Al mismo tiempo, al ser hechos a la imagen de Dios, debemos tratar a los demás con respeto y dignidad, ya que cada persona refleja algo de la imagen de Dios.
La naturaleza humana y los animales
La naturaleza humana es claramente diferente de la de los animales y el resto de la creación. Aunque compartimos algunos rasgos con otras criaturas, nuestra capacidad de razonar y tener una comprensión limitada de Dios nos distingue de todo lo demás. En lugar de simplemente seguir nuestros instintos, podemos reflexionar sobre nuestras decisiones y buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas. Esta es una responsabilidad y un privilegio que debemos tomar en serio.
Cómo influye la naturaleza humana en la interpretación de la biblia
La naturaleza humana es un factor clave en la interpretación de la Biblia. El hombre es un ser de dualidad, compuesto por un cuerpo natural y un cuerpo espiritual. Las Escrituras son muy explícitas al afirmar esto, pero muchas personas tienden a considerar que el cuerpo es el hombre y, en consecuencia, dirigen sus esfuerzos a satisfacer los placeres del cuerpo, sus apetitos, sus deseos y sus pasiones. Pocos reconocen que el verdadero hombre es un espíritu inmortal, que es inteligencia y que esa entidad espiritual con todos sus rasgos característicos continuará después de la muerte.
La interpretación de la Biblia también está influenciada por la naturaleza humana. Entre ser indulgentes con nuestra naturaleza física y cultivar lo espiritual de nuestro yo, ¿cuál de las dos cosas nos brindaría más la vida en abundancia? El complacer los apetitos y deseos del cuerpo físico satisface sólo momentáneamente y puede conducir a la desdicha, la desgracia y, posiblemente, a la degradación. Los logros espirituales producen “un gozo del cual no hay por qué arrepentirse”.
La dualidad del hombre y la importancia de su componente espiritual son temas constantes en la Biblia. El cuerpo del hombre es el tabernáculo en el cual mora su espíritu. En su epístola a los Gálatas, Pablo menciona específicamente “las obras de la carne” y “el fruto del Espíritu”, y señala que el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Estos son los rasgos característicos de la entidad espiritual, que es lo verdaderamente importante en el ser humano.
Para ilustrar cómo la naturaleza humana puede influir en nuestras decisiones, se puede mencionar la historia de un artista que buscaba modelos para pintar un mural en la catedral de un pueblo siciliano. El tema era la vida de Cristo, pero cuando llegó una joven voluptuosa a ofrecerse como modelo para la figura de María Magdalena, el artista aceptó. Esto ilustra cómo la naturaleza humana puede influir en nuestras decisiones y hacernos perder el enfoque en lo espiritual, lo que puede llevar a resultados no deseados.
Naturaleza humana según la Biblia y la teología de la gracia
La naturaleza humana, según la Biblia y la teología de la gracia, se define por la relación del hombre con Dios que se revela y se comunica a través de Cristo. La comunicación de Dios es absolutamente trascendente y nuestra pregunta se centra en las condiciones necesarias para que el hombre pueda participar en la comunidad con Dios. Este encuentro solo es posible a través de la aceptación libre de la autocomunicación de Dios por Cristo. Es a través de la comunidad de vida entre Dios y el hombre, en un diálogo personal, que el hombre recibe la autodonación divina y participa en la vida de Dios.
La teología de la gracia se presenta como un problema que se relaciona con una serie de preguntas fundamentales de la dogmática, como la alianza y la encarnación, el conocimiento natural de Dios y la revelación, la libertad del hombre y la autocomunicación de Dios. La aceptación libre de la autocomunicación de Dios por Cristo es lo que permite al hombre alcanzar su salvación. Esta salvación tiene su principio en la justificación por la fe y llega a su estadio definitivo en la visión de Dios en Cristo. Es a través de esta aceptación libre que el hombre participa en la vida divina y en la comunidad con Dios.
La redención del hombre también se presenta como un problema que se relaciona con las mismas preguntas fundamentales de la dogmática. La persistencia en la aceptación de la autocomunicación de Dios por Cristo es lo que mantiene al hombre en el camino de la salvación y es a través de esta redención que el hombre participa en la vida de Dios y en la comunidad con Él. Además, la creación del hombre y del mundo tienen su fundamento y meta en Cristo, lo que significa que la existencia del hombre y del mundo solo es posible porque es posible la encarnación de Cristo.
En resumen, la naturaleza humana, según la Biblia y la teología de la gracia, se define por la relación del hombre con Dios que se revela y se comunica a través de Cristo. La aceptación libre de la autocomunicación de Dios por Cristo es lo que permite al hombre alcanzar su salvación y participar en la vida divina. La redención del hombre también se relaciona con la misma aceptación libre y la persistencia en el camino de la salvación. Además, la creación del hombre y del mundo tienen su fundamento y meta en Cristo, lo que significa que la existencia del hombre y del mundo solo es posible porque es posible la encarnación de Cristo.
La dualidad de la naturaleza humana según la biblia y la filosofía
La concepción de la naturaleza humana en la Biblia y la filosofía está basada en una serie de dualidades. Es en la figura de Adán y Eva en “De paradiso” y en las de sus hijos en “De Cain et Abel”, donde se pueden apreciar las diferencias entre el bien y el mal, la vida y la muerte, la luz y la oscuridad, entre otros conceptos opuestos que representan la dualidad del ser humano.
La producción literaria inicial de Ambrosio de Milán se centra en los tratados homiléticos de “De paradiso” y “De Cain et Abel”, donde se analiza en profundidad la figura de Adán y Eva y la de sus hijos, como representantes de la dualidad de la naturaleza humana. La influencia del judaísmo helenista es evidente en estos tratados de Ambrosio de Milán, donde se puede ver una clara herencia de la concepción de la naturaleza humana de la religión judía.
La interpretación alegórica del Génesis por parte de Ambrosio de Milán, en consonancia con la hermenéutica de Filón de Alejandría, destaca la presencia de la dualidad en la naturaleza humana. La sección dialéctica de “De paradiso” de Ambrosio de Milán está dependiente del Comentario sobre el Génesis de Orígenes, texto perdido en el que el comentarista refuta a Apeles, discípulo de Marción, por ridiculizar el relato del Génesis.
Los tratados de Ambrosio de Milán no solo tratan al hombre como criatura ontológica y éticamente ambigua, sino que se ocupan especialmente de la ética. Buscan encontrar en la lectura de la Biblia las claves de la historia de la salvación y de la relación mística del hombre con Dios para fundamentar en ellas una antropología moral cristiana. El cristianismo también influyó en la concepción del hombre como ser creado “a imagen de Dios”.