En la Biblia, la palabra “pacto” aparece más de 300 veces y se refiere a los acuerdos entre Dios y los seres humanos, así como entre los seres humanos. Estos pactos son distintos de los contratos terrenales, ya que Dios define el pacto como una promesa garantizada con un juramento a manera de testamento.
Conociendo los pactos bíblicos
La Biblia menciona varios pactos bíblicos, como el pacto con Noé, Abraham, Moisés y David. El pacto de Noé establece el arcoíris como un signo del pacto entre Dios y toda la tierra, prometiendo no volver a inundar la tierra como lo hizo antes. El pacto con Abraham establece que su descendencia será grande y bendecirá a todas las naciones a través de Cristo. Además, Moisés recibió los Diez Mandamientos como parte del pacto de Dios con el pueblo de Israel, y David recibió la promesa de que un descendiente suyo sería el Mesías.
El pacto de la redención
La tradición reformada basa su hermenéutica, o sistema de interpretación de la Biblia, en la teología del pacto. Esta enseña que Dios redime a su pueblo a través del pacto de la redención, también conocido como pacto de la salvación o pacto de gracia. Este es un acuerdo intratrinitario entre Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en el cual el Padre promete redimir a su pueblo elegido para dárselo al Hijo, quien decide voluntariamente obtener la salvación de su pueblo al encarnarse en un cuerpo humano engendrado por el Espíritu Santo en una virgen.
La Santa Cena y el pacto
Para la mayoría de los protestantes, el pacto se conmemora mediante el ritual de la Santa Cena, celebrado desde el tiempo de Jesús y sus apóstoles. Este acto simboliza la renovación del pacto entre Dios y su pueblo, en el cual el sacrificio de Cristo es recordado y se reconoce su redención.
Qué es el pacto de la Ley en la Biblia
El pacto de Dios con Israel y la Ley divina entregada en el monte Sinaí son dos elementos claves en la Biblia. Aunque algunos podrían pensar que la entrega de la Ley invalida el pacto, en realidad la Ley sigue siendo parte del pacto de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento. La Ley divina es el conjunto de normas y mandamientos que Dios entregó a su pueblo y su función es mostrar el pecado en nosotros y nuestra necesidad de Cristo. La Ley es como un espejo que nos muestra nuestra verdadera imagen ante Dios, y nos lleva a buscar la salvación en Cristo. En Gálatas 3:24-25 se dice: “Así que la ley ha sido nuestro ayo para llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, sino que todos somos hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús.”
La Ley divina sigue siendo parte del pacto de Dios en el Nuevo Testamento y su función es la misma que en el Antiguo Testamento: mostrar la pecaminosidad del ser humano y llevarnos a Cristo. Como dice el apóstol Pablo en Romanos 3:20: “Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; pues por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” La Ley cumple su propósito cuando nos lleva a Cristo, y aunque hay elementos en la Ley que eran puramente ceremoniales y que han cesado, estos elementos apuntaban a Cristo y funcionaban como un “tutor” para llevar al Israel a Cristo. Esto se menciona en Gálatas 4:4-5: “…vino Dios, enviando a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.”
El verdadero Israel es aquel que pertenece al pacto de gracia en Cristo Jesús. La Ley divina es un ayo para llevarnos a Cristo, y es parte del pacto de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento. Como dice el apóstol Pablo en Romanos 10:4: “Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.” En resumen, el pacto de la Ley en la Biblia es la relación que existe entre el pacto de Dios con Israel y la Ley divina entregada en el monte Sinaí. La Ley sigue siendo parte del pacto de Dios y su función es mostrar la necesidad de Cristo en nuestras vidas.