Un samaritano en la Biblia era una persona de Samaria, una región al norte de Jerusalén. Durante la época de Jesús, los judíos de Galilea y Judea rechazaban a los samaritanos, considerándolos una raza mixta que practicaba una religión impura y medio pagana. No obstante, los samaritanos se veían a sí mismos como los guardianes de la Torá y los verdaderos descendientes de Israel, de las tribus de Efraín y Manasés. Tenían su propia y única copia del Pentateuco, los cinco primeros libros de Moisés, y creían que sólo ellos conservaban la religión mosaica original.
Parábola del buen samaritano en la Biblia
El samaritano más reconocido en la Biblia es el de la parábola de Jesús sobre el buen samaritano (Lucas 10:29-37). Un experto en leyes judías le preguntó a Jesús acerca del mandamiento de “amar al prójimo como a uno mismo” y le pidió que definiera la palabra prójimo. Jesús respondió con la parábola del buen samaritano, contando la historia de un hombre que fue asaltado en el camino de Jerusalén a Jericó, y cómo un sacerdote y un levita pasaron junto a él sin ayudarlo. Un samaritano, sin embargo, se detuvo y brindó ayuda al hombre herido. Jesús concluyó que el samaritano fue el verdadero prójimo del hombre asaltado, y enseñó a sus seguidores a amar y ayudar a todas las personas, incluso a aquellos que pertenecen a grupos que son despreciados o marginados por la sociedad.
Encuentros con samaritanos en la Biblia
Las Escrituras hablan de varios encuentros con samaritanos en los pueblos que bordean Samaria (Lucas 17:11-19) y en los caminos entre Jerusalén y Jericó (Lucas 10:29-37). En estos encuentros, los samaritanos son retratados como personas compasivas y leales a su religión, aunque a menudo discriminadas por los judíos. El Nuevo Testamento también menciona que Felipe, uno de los primeros discípulos de Jesús, evangelizó en Samaria, logrando la conversión de muchos samaritanos (Hechos 8:4-25).
Cómo se aplica la parábola del buen samaritano en la vida cotidiana
La parábola del buen samaritano, contada por Jesús en el Nuevo Testamento, nos recuerda la importancia del amor y la compasión hacia los demás, sin importar su origen o religión. En lugar de seguir las reglas religiosas de manera legalista, debemos estar dispuestos a sacrificar nuestro tiempo y recursos para ayudar a los necesitados. Podemos prepararnos para estos momentos a través de la oración y estar atentos a las necesidades de los demás, tanto los que nos alientan como los que necesitan nuestro apoyo.
El personaje del buen samaritano en la parábola es significativo porque muestra que el amor no conoce fronteras ni religiones. Jesús eligió a un samaritano, a pesar de que los judíos odiaban a los samaritanos, para ser el héroe de la historia. La parábola nos recuerda que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y tomar el tiempo para detenernos y ayudar a los necesitados.
La parábola del buen samaritano también nos enseña que la compasión y la paciencia son importantes como las tenía Jesús al tratar con aquellos que lo interrogaban. Su preocupación era por el bienestar de sus almas, no por ganar una discusión. Debemos tener paciencia y compasión por aquellos que necesitan nuestra ayuda y estar dispuestos a brindarles todo el apoyo que necesiten.
Finalmente, en la parábola del buen samaritano, un sacerdote y un levita pasan de largo al hombre herido en el camino, lo que nos enseña que no debemos juzgar a los demás por su origen o religión. Debemos estar dispuestos a ayudar a todos los necesitados, sin importar de dónde vengan o lo que crean.